Por: Ignacio Barros
La manufactura es un negocio unidireccional. En una fábrica entran materias primas y salen productos terminados. Y una vez que esos productos terminados han sido vendidos, los productores generalmente se lavan las manos. No se preocupan, a menos que la ley los obligue, de cómo se desechan los productos. Hoy en día sabemos que la mayor parte de productos, una vez que terminan su vida útil, van a parar a vertederos donde se queman o se pudren, lo cual contamina el planeta. En solo 50 años, el consumo mundial de materias primas se ha casi cuadruplicado, a más de 100 mil millones de toneladas anuales, según el último informe Circularity Gap Report del Foro Económico Mundial, de las cuales menos del 9% se reutiliza, lo que resulta en un inmenso desperdicio de materiales.
La industria habla de sostenibilidad y reciclaje, pero en muchos casos se trata de palabrería hueca destinada a mejorar la imagen de las marcas. Sin embargo, en un escenario de economía circular, los resultados financieros sí pueden beneficiarse de las iniciativas “verdes”. Esto es especialmente cierto en el caso de las fábricas de baterías para autos eléctricos, o gigafactories como se les conoce en inglés. El término fue acuñado originalmente por Tesla, emblemático productor estadounidense de vehículos eléctricos, para su fábrica de baterías en Nevada; el nombre se relaciona con una producción anual medida en gigavatios-hora (GWh) de capacidad de almacenamiento de las baterías. Todos los países fabricantes de automóviles quieren tener gigafactories. Las baterías son la parte más costosa de un auto eléctrico, por lo que fabricarlas es lucrativo. Pero contienen materiales como litio, cobalto, manganeso y níquel que son caros y pueden ser difíciles de obtener, por lo que las cadenas de suministro se pueden volver largas y complicadas. Y además los compradores corren el riesgo de verse entrampados por engorrosas normas ambientales y laborales de sus proveedores. Entonces, reutilizar materiales tiene sentido.
Al ser nuevas, la mayoría de las fábricas de baterías han sido diseñadas, desde el principio, teniendo en cuenta el reciclaje. El resultado es un proceso de producción circular, no lineal. La idea es que una vez que las baterías llegan al final de su vida útil, deben volver a una fábrica donde sus ingredientes puedan recuperarse y convertirse en baterías nuevas (ver el gráfico de sciencedirect.com adjunto más abajo). No todas las fábricas de baterías son aún ejemplos de economía circular, pero están sentando las bases. Northvolt, un fabricante de baterías sueco, tiene como objetivo para el año 2030 producir 150 GWh de baterías, suficiente para alimentar a unos 2 millones de vehículos eléctricos, a partir de las tres plantas de producción que está montando. Para entonces, alrededor de la mitad de sus materias primas provendrán del reciclaje de baterías viejas. Northvolt no es el único caso. Mediante el uso de reciclaje, energía renovable y otras medidas, CATL, empresa china y el mayor productor mundial de baterías para vehículos eléctricos hoy en día, cree que eventualmente debería ser posible reducir la huella de carbono de una batería a cero.
Fuente: Sciencedirect.com
Los fabricantes de automóviles, como el Grupo Renault y Stellantis (propietario de las marcas Fiat, Chrysler y Peugeot), están estableciendo negocios de economía circular. Esto no es solo para baterías, sino también para reparar y reacondicionar piezas y vehículos. Cada una de estas operaciones, estiman sus jefes, tendrá ingresos anuales de más de USD 2 mil millones para fines de la década y será rentable. Renault calcula que alrededor del 85% de un automóvil es potencialmente reciclable, pero solo el 20-30% de los materiales de los vehículos nuevos provienen de material reciclado. La fabricación circular aumentaría considerablemente esa participación.
¿Podrían otras industrias hacer algo similar? Sin duda. La moda rápida -fast fashion- es un ejemplo de industria notoriamente derrochadora, en el que mucha ropa muy poco usada se quema o se desecha. La Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos estima que la tasa de reciclaje de ropa y calzado es de solo 13%. Uno de los motivos es por el uso de textiles mixtos, que son difíciles de reciclar. Pero las empresas de ropa podrían, como las gigafactories, rediseñar sus procesos para emplear fibras que sean más fáciles de manejar. La industria de productos electrónicos es otro negocio que genera montones de desechos, a pesar de que los circuitos contienen materiales preciosos como el oro y la plata, y los motores eléctricos están hechos de exóticos metales de tierras raras como el neodimio y el disprosio. Todavía se pueden hacer fortunas en la minería urbana de los aparatos del año pasado.
Fuentes:
- The circular economy (The Economist, Octubre 2022)
- Inside the gigafactory (The Economist, Octubre 2022)
- What is green manufacturing and why does it matter (Evocon.com, Mayo 2022)
- Casos internos de SYNERGOS