Por: Alberto Zaharia
El mundo se encuentra en constante cambio y evoluciona a una velocidad vertiginosa. Las ciudades cambian y surgen nuevas necesidades. Nuevos productos y servicios aparecen constantemente para satisfacer los nuevos requerimientos y necesidades de los consumidores. Desde las construcciones donde vivimos y trabajamos, hasta los autos que usamos, o los utensilios con los que comemos, todo lo que usamos fue en algún momento diseñado para crear una unión entre la forma y la función. ¿Se puede lograr que estos productos sean interesantes o atractivos?
Si las empresas no se encuentran en una mejora constante de los productos y servicios que ofrecen, o si no los renuevan, sus ofrecimientos quedan obsoletos muy pronto y el mercado se encarga de desaparecerlos. Pero ¿cuál es la forma de renovarse? Innovando. La innovación ha estado presente desde los tempranos días de la evolución del ser humano; siempre ha sido su esencia para progresar. Ser capaz de identificar un riesgo y reaccionar rápida y apropiadamente a éste ha ayudado al hombre a sobrellevar sus principales problemas, empezando por la misma supervivencia. Desde entonces la innovación está presente y sigue siendo un aspecto esencial e integral de nuestras vidas.
Según Varela (2008), para lograr progreso, desarrollo y bienestar es indispensable el cambio. El cambio que ha mantenido a la humanidad en una búsqueda constante de nuevas formas adecuadas y creativas para resolver la problemática y las limitaciones es justamente la innovación. Y ¿qué es la innovación? En pocas palabras, es la creación o mejoramiento de un producto, servicio o metodología, y su introducción al mercado generando un valor económico, donde dicho valor es la brecha entre el monto que los clientes están dispuestos a pagar por el producto y el costo de producirlo.
Equivocadamente, muchas empresas creen que para generar innovación tienen que contar con un gran genio, una especia de gurú. Y ante este error deciden contratar a un equipo de creativos o a un grupo de profesionales vanguardistas, y más temprano que tarde se dan cuenta que esa no es la solución. O cometen el error de creer que la innovación se resume en la incorporación de nueva tecnología, y la promueven y empujan dentro de sus empresas sin un sentido determinado y terminan ahogándose entre cables y programas. Lo que están haciendo, en el fondo, es buscando suerte o improvisando.
¿En qué consiste el proceso de innovar? Todo proceso de innovación inicia con el conocimiento de primera mano del producto o servicio que se pretende mejorar, entendiendo claramente sus pros y sus contras, sus fortalezas y sus debilidades. Son los expertos, los técnicos y los usuarios directos quienes deben de explicarlos y sustentarlos ante el comité de innovación. Una vez que todos ellos, usuarios directos y miembros del comité, están de acuerdo con la situación actual (la situación as-is) viene la siguiente etapa de brainstorming o lluvia de ideas, en la cual todas las ideas son válidas y deben ser tomadas en cuenta, inclusive las aparentemente más disparatadas, sin criticarlas, justamente para no inhibir el proceso creativo individual. Todo se desenvuelve en un ambiente caótico pero organizado. Una sesión de brainstorming efectiva debe girar en torno, primero que nada, a identificar los aspectos de mayor relevancia del producto o servicio de cara al cliente. Por ejemplo, en IDEO, empresa dedicada al diseño e innovación de productos y servicios, identificaron cuatro aspectos relevantes para el diseño de un nuevo carrito de compras de supermercado: comprar, dar seguridad, pagar y encontrar lo deseado. El carrito tenía que permitir que dichas cuatro áreas se dieran de una manera óptima para el cliente. Una vez identificados esos aspectos el siguiente paso de la lluvia de ideas es diseñar prototipos que satisfagan dichos aspectos. Este es el momento de ser creativo, inventivo y hasta lúdico. Para Bygrave & Zacharakis (2010) todas las personas son creativas pero no todas las técnicas de creatividad dan iguales resultados. La generación de ideas requiere entrenamiento, práctica activa y aplicación. Y el deseo de conectar y usar estas técnicas requiere de un marco conductivo para el pensamiento creativo.
El prototipo final nace de la combinación más adecuada de los prototipos iniciales. El resultado ideal es un producto o servicio altamente creativo e innovador, donde cada problema ha sido resuelto de una forma óptima.
La innovación ayuda a la generación de valor mediante el aumento del ingreso (si el producto o servicio evolucionó hacia algo por el cual el mercado esté dispuesto a pagar más), o la reducción del egreso (la producción y/o comercialización del producto o servicio se abarató) o el aumento de la satisfacción del cliente independientemente de variables económicas (lo cual redunda en la lealtad del cliente y su retención en el tiempo).
Hoy en día la innovación es más vital que nunca en los negocios. En un mundo globalizado donde la competencia es implacable y todo se reduce a la creación y retención de valor, es indispensable desarrollar permanentemente propuestas mejoradas para los clientes o consumidores y hacerlo de la forma más competitiva posible. La innovación ayuda a las empresas a mantenerse enfocadas en una significativa superación y ayuda a identificar problemas de la vida real. Según Davila & Ed. (2006) la innovación no solo se utiliza en los mercados competitivos sino que también es un medio para redefinir la filantropía y el rol de los gobiernos de cara a iniciativas de innovación social.
Referencias y bibliografía sugerida:
Bygrave, W. & Zacharakis, A. (2010). The portable mba in enterpreneurship. New Jersey: John Wiley & Son, Inc.
Davila, T., Epstein, M. & Shelton, R. (2006). La innovación que si funciona. España: Ediciones Deusto.
Varela, R. (2008). La innovación empresarial. Colombia: Pearson.
Timmons, A. & Spinelli, S. (2007). New venture creation. New york: McGraw-Hill.